Entre este mundanal ruido solo aprecio un rostro hermoso y alucinante que me desvela y me hace soñar con el culminante momento de mi muerte. Vivo en un devastado mundo de falsas ilusiones en donde mi existencia es solo un índice económico, un pequeño número al lado de una columna de letras rojas. En este amarillento papel se encuentra toda una vida de múltiples experiencias reducidas a un absurdo comentario de pié de página: “3. Recomendado”, ¿es esto acaso la mejor manera para describir el conocimiento adquirido durante años de metódico trabajo investigativo? Quiero trascender y alcanzar la estrella de aquel rostro que ilumina en este instante mis últimos momentos de vida. Ya podré vivir por siempre lejos de esta estupidez. Su mano extendida me entrega un boleto sin regreso al mas allá. Trato de llorar pero su profunda mirada absorbe mis dudas. Ahora se quién eres, llevame mujer de blanquecina tez, corta de un solo tajo mi vida con tu infalible hoz.