Millares de gotas por segundo cubren mi cuerpo agotado. Me siento cada vez más frío y débil, mientras la incesante tormenta se abate contra mi. No puedo ver hacia lo lejos, mis lentes son una difusa cortina de reflejos y curiosas distorsiones. Solo se que me encuentro totalmente perdido en medio de la extensa pradera.
Sin embargo, no me resigno aun.