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Castigo

23 de noviembre de 2003

Con un extraño sentimiento que divaga entre la culpa y el dolor, explicó ante un borroso jurado compuesto por trece heterogéneas cabezas, los hechos que hasta hoy la han atormentado.

Declarada unánimemente culpable, fue enviada directamente al único ajusticiamiento posible para tal caso. Atada con cadenas a una roca saliente en la costa, fue entregada viva para que su amante, uno de los titanes marinos, la devorase.

Manuel Herrera López
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